El hierro de la ciudad suena más oxidado que de costumbre,
Es que las gotas caen más pesadas sobre el asfalto,
Es que la lluvia moja con más profundidad.
Entre la velocidad d las luces nocturnas,
Corren sin parar los pies d quienes tienen sed de algo,
Vibran sin parar corazones que se convierten en sólo cuerpos hasta el amanecer,
Mentes que pierden la cordura y se hunden entre los charcos,
Las lloviznas se deslizan entre frentes desconocidas para ella y conocidas entre sí,
Las mismas frentes que oponen al ocaso el encuentro desorbitado y perdido que se funde y se acaba en un suspiro.
Las esperas caducan en los paraderos, sigue oscureciendo y entre más oscura la noche aquellas luces se hacen más veloces.
Cuándo vendrá la transparencia que no necesita de presencia?
Cuándo recobrará el sentido el suspiro que espera?
Cuándo se acabará lo absurdo del aire?
Cuándo regresará la mañana que nos despoje de la noche?
El sol quemará toda falsedad nocturna.
